Esa frase vino por primera vez a mi cabeza cuando tenía 8 años. Cuando después de irme por unas escaleras del metro, mientras mis papás iban por otras para competir a ver quien llegaba primero, un hombre nalgueó a mi hermana y luego a mí. Fue mi culpa, no debí irme por aquél lado.
**
Una señora muy amablemente se bajó del microbús donde yo venía, se acercó y me preguntó ¿Para dónde vas?, yo con cara de asustada volteé a verla, seguro notó mi miedo, me dijo Ese señor te ha venido viendo todo el camino y cuando vio que ibas a bajar, se paró, te acompaño. Me dejó en la esquina de mi calle, le di las gracias y esperó a que entrara a donde vivía. Fue mi culpa, mi blusa blanca se transparenta mucho y está muy pegada.
**
Me tocó parada cerca de la puerta, estaba a nada de bajar del microbús, cuando sentí una mano tocar mi entrepierna. Como reflejo, con mi mamo empujé la suya, se me enfrió todo el cuerpo. El agresor se bajó corriendo en cuanto le quité la mano. Yo apenas y podía moverme. Cuando me bajé me pregunté si llevaba rato planeándolo, si incluso lo hizo tan lentamente que yo no sentí nada hasta que llegó a mi vagina. Fue mi culpa, debí estar más atenta.
**
Estaba en secundaria, era menor de 15 años, estaba dentro del salón y llegó el prefecto a abrazarme por atrás, claro que sus brazos rodearos todo mi pecho. Asustada, me quité después de unos segundos mientras intentaba descifrar qué pasaba. Fue mi culpa por estar sola dentro del salón.
**
Y así pasó por mi cabeza una y otra vez la frase «Fue mi culpa». Y no, hoy sé que no es mi culpa. No es mi culpa que no entiendan que somos un ser humano que necesita respeto derechos igualitarios, no es mi culpa que por ser emocional me llamen irracional. No es mi culpa que teniendo el mismo puesto que un hombre me hayan pagado 30% menos.
No es mi culpa.
Me cansé de pensar todo lo contrario, de cargar con la vergüenza que ellos no sintieron al tocarme en el metro. No es mi culpa ser mujer y mucho menos es mi culpa vivir en un país en el que las mujeres no son protegidas.
No es mi culpa, nunca la ha sido. Jamás lo será.
Photo by Jeremy Bishop on Unsplash