Hace tiempo les compartí la entrada de Tener un blog también es emprender, donde les contaba un poco de mi experiencia en esto de iniciar tu negocio o generar tu propio empleo. Hoy les comparto esta colaboración de una de mis mejores amigas. Me da mucho gusto, y agradezco, que por primera vez venga a platicar un poco de ella en este espacio, espacio dedicado a ser auténtico, o como lo dijo mi twin, sincero y personal.
Magdalena y yo nos conocemos hace casi 10 años, es súper talentosa, créanme. Recientemente publicó su primer libro. Una novela de más de 300 páginas: Mäywen. Ya se los he recomendado por IG en diversos momentos, seguramente lo han visto. En fin, su historia no es muy diferente a la de muchas de ustedes o a la mía. Ella vió la oportunidad de emprender, de hacer lo que siempre había querido y lo hizo. Pero no fue fácil.
Sigan leyendo…
La mañana que dormí en el hospital por fin me sentí tranquila. Es que tuve depresión postparto. No, no parí un bebé humano, pero sí terminé un proyecto que me llevó 17 años acabar: Mäywen, mi primera novela. Es curioso porque cuando terminé mi libro y lo tuve en mis manos, salidito de la imprenta, mi mente y mi cuerpo dijeron: Ok, ya dimos todo, es momento de apagarnos y ¡pum!, colapsé.
Empecé con ataques de ansiedad un lunes por la mañana, por la tarde me sentí mejor y me obligué a continuar. Tenía cosas que hacer. Pero los siguientes días la ansiedad volvió hasta que, después de una semana en continua crisis, tuve que pedir ayuda.
Vivo sola desde hace 4 años, y sin duda haberme mudado de casa de mis papás ha sido una experiencia enriquecedora. Pero durante el proceso de escritura dejé todos mis trabajos, así que me fui quedando sin dinero; y aunque mi novio me apoyó, yo veía mi deuda aumentar como un tsunami que, efectivamente, se me vino encima.
A pesar del apoyo que allí siempre estuvo, inevitablemente hubo días que tenía que hacerme licuados mitad leche, mitad agua para que el litro de leche me alcanzara toda la semana; o comidas que tenía que dividir por la mitad para reservar algo para la cena. Me sentí muy sola pues no tenía dinero para salir con los amigos, ni para ir al gimnasio o asistir a alguna actividad en grupo. Pero nunca dije nada porque también me creé un discurso de mujer independiente y emprendedora que todo lo puede.
Pero no, no podemos todo solas.
Así que cuando me sentí realmente mal, les confesé a mis papás por todo lo que había pasado, regué mis plantas, vacié mi refrigerador, cerré las llaves del gas y agua y dejé mi depa de soltera para irme con ellos. No obstante, los ataques de ansiedad siguieron hasta que acabé en urgencias. Me inyectaron un calmante y dormí hasta las 2 de la tarde sintiéndome, por fin, segura: mis papás dormían junto a mí en el sillón de la habitación del hospital y ya los doctores me habían dicho que físicamente estaba bien (salvo una gastritis que me provoqué por no comer bien, ¿ven? por no pedir ayuda).
Por la tarde volví a casa de mis papás mucho más tranquila. Y todo, desde entonces, empezó a normalizarse. Claro, tuve que quedarme con ellos, necesitaba su ayuda: no podía estar sola, necesitaba apoyo emocional y también económico, además tenía que recuperar peso y qué mejor que con la comida de mamá.
Tuve que pasar unas semanas de descanso obligado hasta que poco a poco empecé a asistir a entrevistas, a platicar con medios y a promocionar Mäywen en diferentes plataformas como Mexicanísimo, Pequeñas Joyas Literarias y El Olimpo Entre Libros. Poco a poco, también, me descubrí motivada y llena de energía para hacer lo que me apasiona.
En fin, vivir sola y emprender no es nada fácil. Pero he aprendido mis lecciones y aunque la que más les he repetido es APRENDAN A PEDIR AYUDA, hay otras 2 fundamentales y muy difíciles de llevar a cabo: APRENDAN A RECIBIR y SIÉNTANSE MERECEDORAS. También que hay que hablar de cómo nos sentimos; no es signo de debilidad. Y claro, que antes que todo proyecto laboral, está la salud.
Sin importar la edad que tengas, pedir ayuda es sano, y si tus papás viven y están allí para apoyarte, retorna a ellos, a esos brazos y a ese hogar llenos de amor incondicional; no pasa nada. A veces hace falta dejarse querer, QUERERNOS, hacer una pausa y entonces continuar.
[Tweet «Otra vez: no pasa nada, nadie nos está apurando. Nadie, más que nosotras mismas, nos está exigiendo nada.»]
Anímense a leer Mäywen, ¡Faby ya lo está leyendo!
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No dejen de apoyar a las escritoras independientes, desde su lugar, pero también son emprendedoras. Pueden adquirir el libro directamente con ella escribiéndole a Instagram o tienen la opción de adquirir en Amazon la versión digital.
Por primera vez navego por tu Blog, y me encuentro con la súper sorpresa de ver a ¡¡mi AMIGA en una de tus publicaciones!!! Conozco a Magda de la Universidad y wow, vaya que sí es talentosa, a lo que agregaría «perseverante»… Magda, si ves este comentario, yo que no he leído tu novela, ahora más que nunca lo quiero hacer, este breve post y saber algo al respecto de tu gran viaje emprendiendo lo que amas, me invita aún más. Te quiero y te admiro, que chido e increíble se siente encontrarte en sitios como este ?.
[…] – Se trata de saberte suficiente y, al mismo tiempo, aceptar tu vulnerabilidad, de regresar a la humildad de pedir ayuda. […]
Una experiencia fuerte la que paso, en verdad es cierto lo que dice a veces nos da miedo pedir ayuda , cuando salimos de casa o cuando emprendemos un nuevo negocio, pensando todas las cosas negativas que dirán de nosotros y nos nos damos cuenta que muchas veces todo está en nuestra imaginación ya que las personas que nos quieren siempre estarán dispuestos a brindarnos apoyo y nunca nos negaran la ayuda, nosotras somos las que tenemos que dejar ese miedo atrás y pedir ya sea esa ayuda o ese apoyo que tanto necesitamos el ser emprendedora para mí no significa no pedir ayuda al contrario apoyarse en esas personas que nos quieren.
Lei la reseña en el blog del Olimpo entre libros y definitivamente leeré el libro se ve que está buenísimo.
Cuando uno se va de casa el mundo se te viene encima, literal. Ya no cuentas, tanto, con el apoyo de tus padres, debes sacrificar un montón de cosas y lo más grande que debes enfrentar, es el miedo. Ese que te carcome y no te deja realizarte e independizarte, como bien dices lo mejor siempre es PEDIR AYUDA, el pedirla no significa que una sea débil, sino todo lo contrario, porque demuestras que estás dispuesta a todo por seguir adelante y cumplir tus metas. Recuerda que cuando aprendimos a caminar no lo hicimos solas, siempre hubo una mano que nos sostuvo hasta que nos sentimos con la confianza suficiente de soltarla y seguir solas. Yo soy una que no cumplo lo que predico, pero no por falta de ganas, aclaro ?, son por otras cuestiones que no vienen al caso, pero que seguro también soy de las que tengo un gran respaldo atrás y si lo hiciera creo no sufriría tanto el cambio.
Yo soy independiente a las 19 años, al principio es muy difícil, pero te acostumbras, pero con el tiempo se hace mas difícil, porque cuando vives sola, quieres tener tus cosas. Tengo una tía que ella me presta su tarjeta, y caso una cantidad acepsible de cosas, y lo pago por letras, y siento que voy avanzando en comprar mis cosas. Aunque mi sueldo no me llegue para el fin de mes, no tengo madre, mi padre no vive en el país, así que solo cuento con mi tía y mi madrastra.
Mi madrastra siempre me dice que vuelva a la casa, pero no sería lo mismo, desde que vivo sola me siento más libre.
Siempre no es malo vivir sola.
Aunque no nos alcance el sueldo ???
¡Wow!
Lo que uno no sabe cuándo lee una novela o platica con la autora. Siempre hay un trasfondo detrás de toda historia.
Admiro todo lo que estás logrando, me alegra formar parte de ello.